En mi experiencia personal de entrevistas en barrios y/o zonas
marginales entre-mezclado con jóvenes encuestadores en la recopilación y
formación de datos estadísticos, obtuve experiencias importantes en el contacto
persona a persona. En este caso me voy a referir a la de mayor significado y
más repetitiva que es la interpretación que la gente le da a su situación en
referencia al tiempo e inversión en su vivienda.
En una oportunidad converse con una señora que tenía 12 años habitando una
vivienda en un barrio marginal, la casa tenía el piso de tierra, paredes
de latón, madera y bloques de arcilla rojos sin frisar ni pintar, sin escalones
para ingresar, sin instalaciones de cocina, con techo de zinc, etc. y por
supuesto sin acera ni árboles sembrados alrededor. Ante la pregunta del por qué
no ha mejorado la vivienda; ¡la respuesta de ella fue “...pronto me voy a
mudar, esto no es mío y además es un barrio malo, estoy pasando por una época
de mala suerte !!!”
El desapego de la persona con su vivienda y entorno es una constante, es
como si no existiera ningún vínculo que la una a ella y a la zona en la
que habita. Pasa su vida con la esperanza de mudarse,
pensando que algún día llegara su oportunidad como un golpe de suerte dada por
un tercero y por lo tanto gastan el mínimo de dinero para mejorar la calidad de
la vivienda actual o su entorno y lo máximo para irse lo más pronto posible de
ese barrio malo, con la expectativa de que finalice el periodo de "mala
suerte". Nada prometedor para un país donde no existe espíritu de pertenencia
en sus habitantes que los aliente a mejorar su vivienda familiar o su entorno, pues
el solo hecho de “no tener documento de propiedad” lo induce a
permanecer muchos años en pésimas condiciones de calidad de vida en una VIVIENDA
MARGINAL TEMPORAL.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario